Una dama que no necesita caballeros,
que monta a lomos de su propio corcel;
princesa de la República de Ninguna Parte,
heredera al trono de Bakunin.
Una dama de espada delicada,
y escudo refinado,
que a veces olvida
que el mundo no puede cambiarse a golpes de tinta y papel.
Una dama que se fuma
los besos en tres caladas
que se droga con palabras
y se emborracha de pasiones.
Una princesa de curvas sinuosas
cuando camina, digo,
más allá de las 3 de la mañana
por los paisajes de otros cuerpos.
Una princesa que se sabe sola, fuerte y feliz
siempre en el abismo entre amar o morir,
con alma de versos
y alas de rimas.
Una princesa sin príncipes,
pero con poesía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario