Empezamos enredando
palabras con pentagramas
invisibles.
Y después a unos cuantos
amantes del atardecer
se nos enrolló la hierba en los pies.
Más tarde solo quedamos
los adictos a la noche,
al whiskey y al teatro de la calle.
Pero algún beso borracho
puso celoso al sol
así que nos subimos las capuchas,
y aquí estamos,
a la espera
de otra improvisación.