Algunas noches se me hacen eternas
cuando mi fantasma se pone en la ventana
me tapa el amanecer
y pierdo la noción de la vida.
Entonces se me congela el pecho,
me arden las mejillas
y entre la rabia y la humedad
respiro con los pulmones llenos de cristales.
Mi fantasma se hace grande y yo pequeña
el día no tiene principio y la pena no tiene fin
quiero que me arranquen el corazón a mordiscos
y encontrar una droga que anestesie el alma.
Cuando pierdo el rumbo sin elegirlo
quiero gritarle al mundo
que quién es el valiente ahora,
ahora que estoy rota por dentro.